Cómo el asteroide que mató a los dinosaurios ayudó a las hormigas a conquistar el mundo

Hace 66 millones de años, un asteroide del tamaño de una montaña golpeó la Tierra con fuerza apocalíptica. Excavó el cráter de Chicxulub, en lo que hoy es México, envolvió el planeta en fuego y polvo y puso fin a la era de los dinosaurios.

La devastación fue casi total: los bosques ardieron, los cielos se oscurecieron, las cadenas alimentarias se colapsaron. Tres de cada cuatro especies de la Tierra desaparecieron. Y, sin embargo, de esta catástrofe planetaria, algunas de las criaturas más pequeñas de la Tierra no sólo sobrevivieron, sino que prosperaron. Las hormigas, entonces una presencia menor en el mundo de los insectos, aprovecharon la oportunidad creada por la extinción y comenzaron su largo ascenso hacia el dominio ecológico.

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Hormigas antes del impacto: Raras y poco comunes

El registro fósil cuenta una historia humillante. Las hormigas ya habían evolucionado a mediados del Cretácico, hace unos 100 millones de años. Pero eran notas ecológicas a pie de página: delicados fósiles de ámbar de aquella época, como Sphecomyrma, sugieren que eran raras y especializadas. Menos de uno de cada cien fósiles de insectos de esta época son hormigas.

Compárese con la actualidad, cuando las hormigas se cuentan entre los animales más abundantes de la tierra. Según algunas estimaciones, las hormigas representan por sí solas más del 15% de toda la biomasa animal terrestre, una cifra casi inimaginable para criaturas tan pequeñas. Está claro que algo dramático ocurrió en el pasado profundo para que las hormigas pasaran de la oscuridad a la ubicuidad.

Por qué las hormigas sobrevivieron cuando los dinosaurios no lo hicieron

El impacto de Chicxulub fue catastrófico en todos los sentidos imaginables. Las ondas de choque provocaron incendios forestales en todo el mundo. El polvo y los aerosoles borraron el Sol durante meses, sumiendo a la Tierra en un "invierno de impacto". Las plantas se marchitaron, los herbívoros murieron de hambre y los grandes carnívoros les siguieron.

Y, sin embargo, las hormigas persistían. ¿Por qué? La evolución ya las había dotado de rasgos que resultaron ser superpoderes de supervivencia en un mundo que se derrumbaba:

  1. Fortalezas subterráneas - Las hormigas vivían bajo tierra, donde el suelo las protegía del fuego, el calor y los violentos cambios climáticos.
  2. Resiliencia social - Las colonias, a diferencia de los insectos solitarios, diseminan el riesgo. Si las obreras perecían, las reinas y las crías podían mantener vivo el linaje.
  3. Flexibilidad ecológica - Las hormigas eran oportunistas en la dieta, consumían semillas, néctar, insectos, incluso hongos o cualquier recurso que quedara.

Espacio ecológico vacante - Una vez desaparecidos los dinosaurios y otros animales dominantes, los ecosistemas se reorganizaron. Las hormigas estaban en posición de aprovechar las nuevas oportunidades.

En cierto sentido, las hormigas habían estado ensayando para la catástrofe todo el tiempo.

Pistas fósiles: Una explosión de diversidad

Las pruebas de este salto evolutivo están escritas en piedra y en ámbar.

  • Fósiles del Cretácico Superior revelan un puñado de primitivas hormigas especializadas.
  • Depósitos post-impacto de principios del Paleógeno muestran un sorprendente aumento de la diversidad. De repente, las hormigas aparecen en muchas formas, desempeñando múltiples funciones ecológicas.
  • Estudios filogenéticos confirman el patrón: la mayoría de las subfamilias de hormigas modernas - Formicinae, Myrmicinae, Dolichoderinae - irradiaron poco después del impacto del asteroide.

Fue como si la extinción despejara el escenario y las hormigas se abalanzaran para llenar el foco vacío.

Plantas + hormigas = una asociación perfecta

La historia no acaba con la supervivencia. La recuperación de las plantas con flores tras la devastación del asteroide echó leña al fuego evolutivo de las hormigas. A medida que las angiospermas se extendían por el planeta, las hormigas se adaptaron rápidamente a su abundancia, forjando alianzas que perduran hasta nuestros días:

  • Dispersión de semillas (myrmecochory), transportando semillas bajo tierra a cambio de recompensas alimenticias.
  • Recolección del néctarsorbiendo secreciones azucaradas de flores y glándulas especializadas.
  • Miel de abejaprotegiendo a los insectos chupadores de savia a cambio de sus dulces excreciones.

La gran idea

La extinción del Cretácico-Paleógeno no fue simplemente un acontecimiento de muerte masiva, sino también un momento de renovación evolutiva. Aunque supuso un desastre para los dinosaurios, creó un mundo en el que las hormigas podían florecer.

Dotadas de cooperación social, flexibilidad ecológica y talento para formar alianzas, las hormigas convirtieron la adversidad en oportunidad. De ser una minoría dispersa en el Cretácico, se convirtieron en las potencias mundiales de hoy en día para moldear los suelos, gestionar los bosques e influir en los ecosistemas a escala planetaria.

Lecturas complementarias

  • Moreau, C. S., y Bell, C. D. (2013). Testing the museum versus cradle tropical biological diversity hypothesis: phylogeny, diversification, and ancestral biogeographic range evolution of the ants. Evolution, 67(8), 2240-2257.
  • Wilson, E. O., y Hölldobler, B. (2005). El ascenso de las hormigas: una explicación filogenética y ecológica. PNAS, 102(21), 7411-7414.
  • Labandeira, C. C., y Sepkoski, J. J. (1993). Diversidad de insectos en el registro fósil. Science, 261(5119), 310-315.
  • Grimaldi, D., y Engel, M. S. (2005). Evolución de los insectos. Cambridge University Press.

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